Por EDGAR GABALDÓN MÁRQUEZ
Argimiro Enrique de la Santísimia Trinidad Gabaldón Márquez, según la tradición que seguía su abuela, doña Amelia Iragorri de Gabaldón, fuel el nombre dado a Argimiro Gabaldón Márquez (sus hermanos también llevan ese añadido invocatorio de las Tres Divinas Personas), hijo del General José Rafael Gabaldón Iragorri y de Doña Teresa Márquez Carrasqueño, nació en la casa de la hacienda Santo Cristo, situada hoy a cinco minutos de Biscucuy por carretera pavimentada, el 15 de Julio de 1919; su padre mismo fue quien lo parteó pues no se pudo hallar, en aquel momento grave, a ninguna otra persona que asistiera a la madre. A los cuatro meses de nacido estuvo de muerte, y de nuevo su padre lo ganó para la vida, aplicándole un remedio casero, de modo que cuando el médico llegó le dijo: Tú lo has salvado, José, eso era lo que había que hacer.
Junto con su hermano Edgar menor un año y medio, Chimiro, según el nombre familiar, inició sus estudios primarios en la casa de la hacienda con Don Arturo Simonet, un preceptor que vino a compartir con la familia el pan de cada día: la cartilla y los libros de lectura que se usaron, con imborrable recuerdo son los escritos por el maestro José Martí, el Libertador de Cuba, y firmados con el nombre de su suegro, el seño Luis F, Mantilla. Allí continuó una educación que había empezado precozmente, porque Chimiro fue de una inteligencia temprana, con ayuda de los trabajadores de la hacienda, los peones, como se les decía, quienes sentían por el una especial preferencia y debilidad, y lo ponían al corriente de las cosas de la vida, de todas son excluir ninguna, y en particular del arte de pensar, pues fueron estos peones, tocuyanos las mas de las veces quienes le estimularon el valor belicoso desde siempre sin ser ni agresiva ni torcida por la mala intención; se esmeraban en enseñarle a jugar garrote, esa esgrima que es una escuela de coraje y de malicia y para ello le cortaban garrotitos de guayabo y de vera, pero jamás le dijeron que el machete, filoso y cortante no fuera instrumento de trabajo.
El aprendizaje de sus peones y amigos se impuso en Chimiro por sobre el papel impreso, y ello era así porque él les preguntaba las cosas y prefería atenerse al dato de aquellos hombres sencillos, en cuanto a lo que el libro de lectura no le pareciese bastante verdadero; del libro de Mantilla-Martí se le grabó hondamente la lectura aquella del pájaro prisionero, y decía: Mira aquí dice: Di libertad al pájaro que gozoso saltó a su nido. Ese mismo escrito, más adelante decía; tendamos siempre la mano al necesitado, consolemos al atribulado, socorramos al desvalido y tratando de hacer felices a los otros, nos haremos felices a nosotros mismos; Chimiro, enseñado a ver las cosas como ellas son de veras, precozmente y sobre todos por los peones y otras gentes mayores a quienes les hacía gracia su preguntar lleno de ataques a la respuesta, que no le sonaba sincera y exacta, se hizo crítico hasta exagerar, pero optó por burlarse con cuchufletas y chistes de lo que fuere, disfraz escondite de la verdad. Así se jugaban con él los peones, como en el juego del garrote y le decían ¡no es verdad!. Chimiro, que el chorrosco muerde? Y él contestaba: ¡Acaso no lo vi yo, el chorrosco no muerde. El chorrosco es un chupapiedra, no tiene dientes, no seas tonto, indio Fabián!. El indio, sonreído, comprobaba que el niño, listo se había desentendido de un “amago” a su sagacidad.
En unas líneas breves es difícil mostrar cómo la enseñanza de los libros y la de la vida, se fundieron bajo el signo de una visión sin trabas que hubo que llevar a Chimiro a ser matemático, dibujante, pintor, maestro analfabetista, profesor de liceo, buscador de la cifra exacta que hay que descubrir en el problema, y del trazo fiel que hay que seguir en el rostro de las cosas y de las personas. Los peones tocuyanos enseñándole a jugar garrote le despertaron además, el sentido del coraje, con cuentos de héroes populares, y con las historias de las pequeñas e ignoradas proezas de trabajo, de la cacería, de las peleas entre hombres que suelen parar en lo que ellos llaman a su modo, el desgraciarse, el tener que matar a un compañero de faena, por causa de la mala bebida y de alguna palabra mal usada.
Con su hermano Edgar formaba Chimiro la típica pareja de los hermanos perones, que no pueden vivir sino juntos, pero en constante juego de garrote. En 1929 se empezaron los estudios formales, en la escuela pública, que dirigía en Biscucuy, el gran maestro Guillermo Gamarra Marrero, y se continuaron en Barquisimeto con Pastora Pérez Matheus, bella e inolvidable maestra, y Castillo Reyes, José Saer D’Héguert, y se continuaron en el Tocuyo con Pedro Nolasco Medina Rojas y Marcial Herize Ponte, y se continuaron en la ciudad de Trujillo con el maestro Lomelli Rosario, hasta terminarse en el año 1935, vino después el Bachillerato, empezado en la ciudad de Trujillo con diversos profesores, entre los cuales se destaca el formador de hombres Neptalí Valera Hurtado, y continuado en Barquisimeto y El Tocuyo, con ayuda entre otros de los profesores Roberto Montesinos y Elías Lozada Orihuela (exDirector del Liceo Andrés Bello, quien lo expulsó de ese Instituto por co-dirigir un movimiento huelgario organizado por la Federación de Estudiantes, FEV en 1938); el diploma de Bachiller lo obtuvo en 1939, con una Tesis titulada: La Filosofía de Demócrito.
Chimiro fue deportista destacado: jugador de béisbol, como pitcher fue formidable; jugador de tenis; pasable; nadador a la antigua; pescador y cazador; excursionista incansable, llegó a conocerse no sólo la hacienda, paso a paso, sino los alrededores de Barquisimeto, de Trujillo, de El Tocuyo; pero su mejor deporte fue el coraje; jamás perdió una pelea a puños, desde muy pequeño, nunca supo lo que era el miedo ni el titubeo para calcular los resultados de una refriega; las ciencias naturales de oposición y conoció bien las plantas y las bestias de los lugares donde vivió; la tradición revolucionaria de su padre se encarnó mejor en él que en ningún otro de sus hermanos y hermanas, y por eso desde niño vivió en el mundo de los héroes como Bolívar, San Martín, Martí, Pancho Villa y Lenín. El Capitán Antonio Pérez, el héroe del combate de Guanare, el de la famosa carga al machete, que fue un estrataguema de su padre, el General Gabaldón para ganar a gritos una pelea que estaba perdida por la sopresa lograda por el enemigo, el General Baldó (estos son hechos del alzamiento del General Gabaldón contra el gobierno de Juan Vicente Gómez) fue aquella carga al machete imaginaria, pero que se le contaban como verdadera, la que más lo electrizaba el Capitán Pérez, indio Trujillano con 20 peones de El Tocuyo simularon un ataque a machete gritando: ¡A la carga, Tocuyano al machete!. Estas seis palabras dichas con voces fuertes, derrotaron al General Baldó, sin necesidad de que el filo de aquellos instrumentos de trabajo y de pelea cortaran cabeza alguna; solo el valor del tocuyano sembró pánico y el brillo de los aceros no hizo sino callas la bala de fusil que huía.
Cuando Chimiro llegó a El Tocuyo y todas las veces que en esa noble ciudad de vivir, su anhelo era estar con el pueblo sin despreciar a nadie, por supuesto, fue su bondad oculta detrás de frases chistosas y burlonas, tenía que ser frenada porque desde temprano supo cuáles eran las raíces del mal entre la gente; Chimiro se hizo comunista en El Tocuyo, donde el Partido Comunista de Venezuela nació en 1934, probablemente en donde se organizó permanentemente en 1938; allí fue iniciado en sus células clandestinas en 1938, época de López Contreras 1936-1941, a las márgenes del Río Tocuyo, sobre un bancal de arena, en ceremonia que se simuló, juró fidelidad al partido, allí empeñó su palabra para siempre pero aún no era sino un vislumbrador de la revolución, sus lecturas eran escasas porque estaban prohibidos los libros del comunismo, y cada texto hallado era un tesoro, sus mejores lecturas de entonces, fueron los extractos de citas doctrinarias del comunismo que aparecían en una denuncia vibrante que publicaba la Esfera, de Ramón David León, en una serie de artículos llamados: Hay o no hay comunismo en Venezuela.
Con Chimiro se enlaza la tradición revolucionaria primitiva de alzamientos militares al antiguo estilo caudillesco que aprendió del ejemplo de sus padres, uno de los últimos caudillos de Venezuela que ha evolucionado el mismo del concepto heredado a uno más moderno, que sin ser comunista es más genuinamente democrático que el que dicen preconizar aquellos políticos que hacen de ésta una profesión y un lucro disfrazándose de “servidores” de la cosa pública, jefes de partidos, señores de componendas y maniobras, que juegan con los destinos de su pueblo, para beneficio propio. Chimiro se formó él mismo, en dura pelea ideológica; con amigos y conocidos y con los libros, porque era un polemista agudo terrible; con una mirada que jamás perdió de vista el meollo de la verdadera realidad porque no tenía miedo de luchar por sus ideas.
ARGIMIRO GABALDÓN ¡PRESENTE!
Los años pasan y la memoria queda. Vivo está el pensamiento y acción de hombres y mujeres que arriesgaron todo por sus ideales. Por ello en las páginas de la historia escritas con amor, sangre y sudor de un pueblo está la poesía de Argimiro Gabaldón. Y de allí la decisión unánime de los concejales que integran el cabildo del Municipio Morán, Estado Lara, de celebrar un Sesión Especial para conmemorar el natalicio de este portugueseño, revolucionario integral, ejemplo de dignidad, entrega y coraje.
Argimiro Enrique de la Santísima Trinidad Gabaldón Márquez, nació en Santo Cristo, caserío adyacente a Biscucuy el 15 de Julio de 1919. Hijo de María Teresa Márquez y del General José Rafael Gabaldón , jefe de la revolución del año 1929, conocida como la GABALDONERA, que reunió a un grupo de hombres que ase alzaron contra la oprobiosa dictadura de Juan Vicente Gómez.
Argimiro, conocido como el Comandante “CARACHE” fue líder fundamental del movimiento revolucionario de los años 60. Comandó el Frente Guerrillero “Simón Bolívar”. Hombre integral, fogoso y valiente guerrillero, estratega y de un encendido discurso revolucionario. Pintor, poeta, escritor y educador comprometido con los más nobles sentimientos e intereses del pueblo venezolano.“Chimiro” transitó las montañas de Lara, Portuguesa y Trujillo con fusil en mano y mundo de sueños en su morral, en fin un camarada inmortal.
Físicamente muere trágicamente el 13 de diciembre de 1964 en las montañas de Humocaro estado Lara, pero su legado, su compromiso y su poesía siguen presentes en importantes sectores del pueblo que aún buscan redención. Su nombre hoy día distingue instituciones educativas, culturales y políticas. Cada año sus compañeros de lucha y todos los revolucionarios de ayer, hoy y siempre le rinden homenaje para seguir encendiendo la llama de la patria buena. Quienes casi niños iniciamos ideales de transformación encontramos como referencia el legado de la rebeldía hecha en las manos de los campesinos ,estudiantes e intelectuales que buscaron tomar el cielo por asalto, más allá de los errores y las derrotas que se vivieron.
(LizardoGarcía)
Argimiro Enrique de la Santísimia Trinidad Gabaldón Márquez, según la tradición que seguía su abuela, doña Amelia Iragorri de Gabaldón, fuel el nombre dado a Argimiro Gabaldón Márquez (sus hermanos también llevan ese añadido invocatorio de las Tres Divinas Personas), hijo del General José Rafael Gabaldón Iragorri y de Doña Teresa Márquez Carrasqueño, nació en la casa de la hacienda Santo Cristo, situada hoy a cinco minutos de Biscucuy por carretera pavimentada, el 15 de Julio de 1919; su padre mismo fue quien lo parteó pues no se pudo hallar, en aquel momento grave, a ninguna otra persona que asistiera a la madre. A los cuatro meses de nacido estuvo de muerte, y de nuevo su padre lo ganó para la vida, aplicándole un remedio casero, de modo que cuando el médico llegó le dijo: Tú lo has salvado, José, eso era lo que había que hacer.
Junto con su hermano Edgar menor un año y medio, Chimiro, según el nombre familiar, inició sus estudios primarios en la casa de la hacienda con Don Arturo Simonet, un preceptor que vino a compartir con la familia el pan de cada día: la cartilla y los libros de lectura que se usaron, con imborrable recuerdo son los escritos por el maestro José Martí, el Libertador de Cuba, y firmados con el nombre de su suegro, el seño Luis F, Mantilla. Allí continuó una educación que había empezado precozmente, porque Chimiro fue de una inteligencia temprana, con ayuda de los trabajadores de la hacienda, los peones, como se les decía, quienes sentían por el una especial preferencia y debilidad, y lo ponían al corriente de las cosas de la vida, de todas son excluir ninguna, y en particular del arte de pensar, pues fueron estos peones, tocuyanos las mas de las veces quienes le estimularon el valor belicoso desde siempre sin ser ni agresiva ni torcida por la mala intención; se esmeraban en enseñarle a jugar garrote, esa esgrima que es una escuela de coraje y de malicia y para ello le cortaban garrotitos de guayabo y de vera, pero jamás le dijeron que el machete, filoso y cortante no fuera instrumento de trabajo.
El aprendizaje de sus peones y amigos se impuso en Chimiro por sobre el papel impreso, y ello era así porque él les preguntaba las cosas y prefería atenerse al dato de aquellos hombres sencillos, en cuanto a lo que el libro de lectura no le pareciese bastante verdadero; del libro de Mantilla-Martí se le grabó hondamente la lectura aquella del pájaro prisionero, y decía: Mira aquí dice: Di libertad al pájaro que gozoso saltó a su nido. Ese mismo escrito, más adelante decía; tendamos siempre la mano al necesitado, consolemos al atribulado, socorramos al desvalido y tratando de hacer felices a los otros, nos haremos felices a nosotros mismos; Chimiro, enseñado a ver las cosas como ellas son de veras, precozmente y sobre todos por los peones y otras gentes mayores a quienes les hacía gracia su preguntar lleno de ataques a la respuesta, que no le sonaba sincera y exacta, se hizo crítico hasta exagerar, pero optó por burlarse con cuchufletas y chistes de lo que fuere, disfraz escondite de la verdad. Así se jugaban con él los peones, como en el juego del garrote y le decían ¡no es verdad!. Chimiro, que el chorrosco muerde? Y él contestaba: ¡Acaso no lo vi yo, el chorrosco no muerde. El chorrosco es un chupapiedra, no tiene dientes, no seas tonto, indio Fabián!. El indio, sonreído, comprobaba que el niño, listo se había desentendido de un “amago” a su sagacidad.
En unas líneas breves es difícil mostrar cómo la enseñanza de los libros y la de la vida, se fundieron bajo el signo de una visión sin trabas que hubo que llevar a Chimiro a ser matemático, dibujante, pintor, maestro analfabetista, profesor de liceo, buscador de la cifra exacta que hay que descubrir en el problema, y del trazo fiel que hay que seguir en el rostro de las cosas y de las personas. Los peones tocuyanos enseñándole a jugar garrote le despertaron además, el sentido del coraje, con cuentos de héroes populares, y con las historias de las pequeñas e ignoradas proezas de trabajo, de la cacería, de las peleas entre hombres que suelen parar en lo que ellos llaman a su modo, el desgraciarse, el tener que matar a un compañero de faena, por causa de la mala bebida y de alguna palabra mal usada.
Con su hermano Edgar formaba Chimiro la típica pareja de los hermanos perones, que no pueden vivir sino juntos, pero en constante juego de garrote. En 1929 se empezaron los estudios formales, en la escuela pública, que dirigía en Biscucuy, el gran maestro Guillermo Gamarra Marrero, y se continuaron en Barquisimeto con Pastora Pérez Matheus, bella e inolvidable maestra, y Castillo Reyes, José Saer D’Héguert, y se continuaron en el Tocuyo con Pedro Nolasco Medina Rojas y Marcial Herize Ponte, y se continuaron en la ciudad de Trujillo con el maestro Lomelli Rosario, hasta terminarse en el año 1935, vino después el Bachillerato, empezado en la ciudad de Trujillo con diversos profesores, entre los cuales se destaca el formador de hombres Neptalí Valera Hurtado, y continuado en Barquisimeto y El Tocuyo, con ayuda entre otros de los profesores Roberto Montesinos y Elías Lozada Orihuela (exDirector del Liceo Andrés Bello, quien lo expulsó de ese Instituto por co-dirigir un movimiento huelgario organizado por la Federación de Estudiantes, FEV en 1938); el diploma de Bachiller lo obtuvo en 1939, con una Tesis titulada: La Filosofía de Demócrito.
Chimiro fue deportista destacado: jugador de béisbol, como pitcher fue formidable; jugador de tenis; pasable; nadador a la antigua; pescador y cazador; excursionista incansable, llegó a conocerse no sólo la hacienda, paso a paso, sino los alrededores de Barquisimeto, de Trujillo, de El Tocuyo; pero su mejor deporte fue el coraje; jamás perdió una pelea a puños, desde muy pequeño, nunca supo lo que era el miedo ni el titubeo para calcular los resultados de una refriega; las ciencias naturales de oposición y conoció bien las plantas y las bestias de los lugares donde vivió; la tradición revolucionaria de su padre se encarnó mejor en él que en ningún otro de sus hermanos y hermanas, y por eso desde niño vivió en el mundo de los héroes como Bolívar, San Martín, Martí, Pancho Villa y Lenín. El Capitán Antonio Pérez, el héroe del combate de Guanare, el de la famosa carga al machete, que fue un estrataguema de su padre, el General Gabaldón para ganar a gritos una pelea que estaba perdida por la sopresa lograda por el enemigo, el General Baldó (estos son hechos del alzamiento del General Gabaldón contra el gobierno de Juan Vicente Gómez) fue aquella carga al machete imaginaria, pero que se le contaban como verdadera, la que más lo electrizaba el Capitán Pérez, indio Trujillano con 20 peones de El Tocuyo simularon un ataque a machete gritando: ¡A la carga, Tocuyano al machete!. Estas seis palabras dichas con voces fuertes, derrotaron al General Baldó, sin necesidad de que el filo de aquellos instrumentos de trabajo y de pelea cortaran cabeza alguna; solo el valor del tocuyano sembró pánico y el brillo de los aceros no hizo sino callas la bala de fusil que huía.
Cuando Chimiro llegó a El Tocuyo y todas las veces que en esa noble ciudad de vivir, su anhelo era estar con el pueblo sin despreciar a nadie, por supuesto, fue su bondad oculta detrás de frases chistosas y burlonas, tenía que ser frenada porque desde temprano supo cuáles eran las raíces del mal entre la gente; Chimiro se hizo comunista en El Tocuyo, donde el Partido Comunista de Venezuela nació en 1934, probablemente en donde se organizó permanentemente en 1938; allí fue iniciado en sus células clandestinas en 1938, época de López Contreras 1936-1941, a las márgenes del Río Tocuyo, sobre un bancal de arena, en ceremonia que se simuló, juró fidelidad al partido, allí empeñó su palabra para siempre pero aún no era sino un vislumbrador de la revolución, sus lecturas eran escasas porque estaban prohibidos los libros del comunismo, y cada texto hallado era un tesoro, sus mejores lecturas de entonces, fueron los extractos de citas doctrinarias del comunismo que aparecían en una denuncia vibrante que publicaba la Esfera, de Ramón David León, en una serie de artículos llamados: Hay o no hay comunismo en Venezuela.
Con Chimiro se enlaza la tradición revolucionaria primitiva de alzamientos militares al antiguo estilo caudillesco que aprendió del ejemplo de sus padres, uno de los últimos caudillos de Venezuela que ha evolucionado el mismo del concepto heredado a uno más moderno, que sin ser comunista es más genuinamente democrático que el que dicen preconizar aquellos políticos que hacen de ésta una profesión y un lucro disfrazándose de “servidores” de la cosa pública, jefes de partidos, señores de componendas y maniobras, que juegan con los destinos de su pueblo, para beneficio propio. Chimiro se formó él mismo, en dura pelea ideológica; con amigos y conocidos y con los libros, porque era un polemista agudo terrible; con una mirada que jamás perdió de vista el meollo de la verdadera realidad porque no tenía miedo de luchar por sus ideas.
ARGIMIRO GABALDÓN ¡PRESENTE!
Los años pasan y la memoria queda. Vivo está el pensamiento y acción de hombres y mujeres que arriesgaron todo por sus ideales. Por ello en las páginas de la historia escritas con amor, sangre y sudor de un pueblo está la poesía de Argimiro Gabaldón. Y de allí la decisión unánime de los concejales que integran el cabildo del Municipio Morán, Estado Lara, de celebrar un Sesión Especial para conmemorar el natalicio de este portugueseño, revolucionario integral, ejemplo de dignidad, entrega y coraje.
Argimiro Enrique de la Santísima Trinidad Gabaldón Márquez, nació en Santo Cristo, caserío adyacente a Biscucuy el 15 de Julio de 1919. Hijo de María Teresa Márquez y del General José Rafael Gabaldón , jefe de la revolución del año 1929, conocida como la GABALDONERA, que reunió a un grupo de hombres que ase alzaron contra la oprobiosa dictadura de Juan Vicente Gómez.
Argimiro, conocido como el Comandante “CARACHE” fue líder fundamental del movimiento revolucionario de los años 60. Comandó el Frente Guerrillero “Simón Bolívar”. Hombre integral, fogoso y valiente guerrillero, estratega y de un encendido discurso revolucionario. Pintor, poeta, escritor y educador comprometido con los más nobles sentimientos e intereses del pueblo venezolano.“Chimiro” transitó las montañas de Lara, Portuguesa y Trujillo con fusil en mano y mundo de sueños en su morral, en fin un camarada inmortal.
Físicamente muere trágicamente el 13 de diciembre de 1964 en las montañas de Humocaro estado Lara, pero su legado, su compromiso y su poesía siguen presentes en importantes sectores del pueblo que aún buscan redención. Su nombre hoy día distingue instituciones educativas, culturales y políticas. Cada año sus compañeros de lucha y todos los revolucionarios de ayer, hoy y siempre le rinden homenaje para seguir encendiendo la llama de la patria buena. Quienes casi niños iniciamos ideales de transformación encontramos como referencia el legado de la rebeldía hecha en las manos de los campesinos ,estudiantes e intelectuales que buscaron tomar el cielo por asalto, más allá de los errores y las derrotas que se vivieron.
(LizardoGarcía)
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