Mientras Álvaro Uribe Vélez muestra su degradación moral, la facilidad que tiene para la deslealtad, el sin rubor para postrarse ante quienes le pagan por vender la soberanía de su país al poderoso que domina naciones y ciudadanos a lo largo del mundo entretanto sus ministros y altos jefes de los poderes públicos de Colombia se regodean tratando de demoler o, al menos, limitar el poder de Chávez entre los pueblos de Latinoamérica, todo ello en medio del concierto de voces que, desde las cúpulas de los sectores de poder y mando corean la campaña, secundada ésta por los alterego que encuentran en Venezuela, desesperados ellos por salir de un líder que les desconoce legitimidad y los ha enfrentado con rebeldía, ese líder, que lo es, Hugo Chávez Frías, ha conseguido que las FARC, la fuerza insurgente de Colombia, le entreguen, sin condiciones, cinco prisioneros que, a su vez serán entregados a sus familiares para ser reincorporados a la sociedad de la cual fueron apartados en medio de la guerra.
Sin necesidad de organizar marchas contra nadie, parado con pie firme bajo la tormenta desatada contra él por los medios de comunicación de Venezuela, Colombia, Estados Unidos, España y como de estos, de muchos otros países que responden a los intereses de quienes pagan, Chávez, requerido para ello por las FARC, a través de la senadora Piedad Córdoba y, por el propio Uribe, quien no solo se lo solicitó, sino que se reunió con el Presidente de Venezuela, en territorio colombiano, para convenir las condiciones de la mediación, obtiene lo que nadie, en los muy largos muchos años de gestiones fracasadas ha logrado: que se vayan dando las condiciones para sentar, a las partes en guerra, en torno a la mesa de convención de la paz.
La madre de la señora Betancourt, prisionera política en manos de las tropas guerrilleras, pide a Su Santidad, Benedicto XVI, que interceda para lograr que se quite el calificativo de terroristas a la Fuerzas Revolucionarias de Colombia, FARC, para con ello facilitar el establecimiento de las condiciones que permitan a la guerrilla declarar un alto a los hostilidades, el cese al fuego y el inicio de la mediación.
A la hora de la verdad ¿a quien reconocemos como héroe y a quienes como villanos?
Sin necesidad de organizar marchas contra nadie, parado con pie firme bajo la tormenta desatada contra él por los medios de comunicación de Venezuela, Colombia, Estados Unidos, España y como de estos, de muchos otros países que responden a los intereses de quienes pagan, Chávez, requerido para ello por las FARC, a través de la senadora Piedad Córdoba y, por el propio Uribe, quien no solo se lo solicitó, sino que se reunió con el Presidente de Venezuela, en territorio colombiano, para convenir las condiciones de la mediación, obtiene lo que nadie, en los muy largos muchos años de gestiones fracasadas ha logrado: que se vayan dando las condiciones para sentar, a las partes en guerra, en torno a la mesa de convención de la paz.
La madre de la señora Betancourt, prisionera política en manos de las tropas guerrilleras, pide a Su Santidad, Benedicto XVI, que interceda para lograr que se quite el calificativo de terroristas a la Fuerzas Revolucionarias de Colombia, FARC, para con ello facilitar el establecimiento de las condiciones que permitan a la guerrilla declarar un alto a los hostilidades, el cese al fuego y el inicio de la mediación.
A la hora de la verdad ¿a quien reconocemos como héroe y a quienes como villanos?
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